Dos investigadores estadounidenses estudiaron a más de 40.000 parejas para averiguar qué funciona y qué no para mantener una relación duradera. Los hallazgos Dejando de lado toda la literatura romántica, la ciencia demuestra que el amor es una emoción compleja, una construcción hipotética que depende de cientos de conexiones, posibilidades e interpretaciones. Es un sentimiento que, a pesar de lo que dice la publicidad, tiene sus bases orgánicas en el cerebro y no en el corazón. Estamos programados genéticamente para amar y nuestros genes se activan gracias a la química cerebral: la oxitocina despierta los primeros momentos de la seducción, el encuentro y la permanencia. Sin embargo, que estemos programados genéticamente para amar no significa que logremos hacerlo de manera exitosa. ...
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