El asesinato de Charlie Kirk, destacado figura de la derecha estadounidense y cercano colaborador de Donald Trump, conmocionó a la opinión pública internacional tras suceder durante un acto político en el campus de la Universidad del Valle de Utah, en Orem, el 10 de septiembre de 2025. Kirk, de 31 años, recibió un disparo en el cuello mientras participaba en un debate sobre tiroteos masivos, frente a una audiencia de cerca de 3.000 personas. Su muerte generó un impacto no solo en la comunidad conservadora norteamericana, sino que también desató una ola de reacciones políticas y mediáticas en todo el mundo, poniendo en evidencia la fractura y polarización que atraviesa la sociedad de Estados Unidos.
El crimen, calificado de político por las autoridades, ocurrió cuando Kirk respondía a una pregunta de un estudiante sobre la cantidad de tiradores masivos en la última década. Según testigos, sus últimas palabras hicieron referencia al debate sobre la violencia de pandillas, un tema recurrente en la agenda republicana. La escena fue captada en video: el agresor habría disparado desde el techo de un edificio cercano, aprovechando la escasa seguridad del evento universitario. Minutos después, Kirk fue trasladado en grave estado al hospital, donde falleció horas más tarde.

La investigación, liderada por el FBI, avanzó con rapidez. En un principio, dos personas fueron detenidas y liberadas, hasta que el 12 de septiembre fue arrestado Tyler Robinson, un joven de 22 años residente en St. George, Utah, quien estudiaba técnicas en electricidad. Según el gobernador de Utah, Spencer Cox, Robinson provenía de una familia conservadora, pero habría desarrollado posturas ideológicas contrarias, incluso “radicalizadas” en línea con ciertos sectores de izquierda, influenciados por la cultura digital. Un familiar informó a las autoridades que Robinson había expresado su rechazo a Kirk antes del crimen y confirmó su asistencia al evento. El ADN del sospechoso coincidió con muestras tomadas en la escena del hecho, lo que reforzó la acusación en su contra.
La reacción política no se hizo esperar. Donald Trump, con quien Kirk mantuvo una relación estrecha, honró su memoria con un discurso desde la Casa Blanca y ordenó que las banderas estadounidenses flamearan a media asta durante cuatro días. Desde Argentina, el presidente Javier Milei, conocido por su afinidad ideológica con la derecha norteamericana y su cercanía con figuras del trumpismo, expresó su consternación en redes sociales: “Mis condolencias a la familia de Charlie Kirk y a todos los jóvenes en el mundo que lo admiraban y lo escuchaban. Fue un formidable divulgador de las ideas de la libertad y acérrimo defensor de Occidente”. Milei añadió, en una línea polémica, que el asesinato fue “víctima de una ola de violencia política de izquierda”. Su mensaje, además de condolencia, incluyó una crítica a los movimientos de izquierda, en sintonía con el discurso de sectores conservadores en Estados Unidos.
