Donald Trump sigue adelante con uno de los proyectos más ambiciosos de la historia reciente de los Estados Unidos: la llamada Cúpula Dorada, un sistema de defensa nacional inspirado en el Domo de Hierro israelí, cuyo objetivo central es proteger el territorio estadounidense de amenazas balísticas, hipersónicas y de crucero en todas sus fases de vuelo. De acuerdo con la Agencia de Defensa de Misiles, esta iniciativa –denominada oficialmente SHIELD (Scalable Homeland Innovative Enterprise Layered Defense)– no sólo es una de las mayores apuestas en términos tecnológicos y presupuestarios, sino también una piedra angular de la estrategia de seguridad impulsada por el expresidente.
El gobierno de Trump prevé destinar inicialmente hasta 151.000 millones de dólares a lo largo de una década para financiar investigaciones, desarrollo de capacidades en ciberseguridad, ensamblaje de armamento y otras contrataciones vinculadas al ambicioso plan. Sin embargo, el propio Trump se comprometió públicamente a elevar esa suma hasta los 175.000 millones de dólares, con la promesa de ver el sistema plenamente operativo en un plazo récord de tres años. La magnitud del desembolso y su carácter estratégico la convierten en la mayor inversión nacional de este tipo en décadas.
El desarrollo de la Cúpula Dorada apunta a establecer una red tecnológica integral, capaz de detectar e interceptar proyectiles enemigos incluso si estos fueran lanzados desde el otro extremo del mundo o desde el espacio. La estructura estaría compuesta por una malla de satélites y sistemas de lanzadores interceptores terrestres y espaciales, coordinados para neutralizar cualquier ataque antes de que alcance territorio estadounidense. Trump sostuvo que el escudo alcanzará una eficacia cercana al 100% en la intercepción de todo tipo de misiles, incluso de aquellos que empleen tecnología hipersónica de última generación.
La administración estadounidense abrió el juego a empresas tecnológicas de primer nivel y startups especializadas en la industria espacial. Figuras como Elon Musk, fundador de SpaceX, emergen como potenciales protagonistas del programa, pese a que en los últimos meses se reportaron tensiones personales entre Musk y el entorno de Trump. El presidente enfatizó que no tiene intenciones de obstaculizar los negocios del magnate, sugiriendo que la cooperación estatal-privada seguirá siendo clave en el avance del proyecto.
Finalmente, la Casa Blanca no descarta expandir el área de protección de la Cúpula Dorada más allá de las fronteras, lo que abrió conversaciones con países como Canadá para incluirlos en el escudo antimisiles a cambio de colaboración entre gobiernos. Trump definió su enfoque como una “inversión generacional” para la seguridad de los Estados Unidos, convencido de que se trata de un cambio de paradigma frente a las crecientes amenazas internacionales y el avance tecnológico de potencias rivales.
