Durante un mitin en Butler, Pensilvania, se desató el caos cuando se escucharon disparos. Trump fue rápidamente evacuado mientras la multitud se dispersaba en medio de la confusión y el miedo.
En una tensa mañana en Butler, Pensilvania, el mitin del ex presidente Donald Trump se convirtió en una escena de pánico y terror. Los disparos resonaron mientras Trump se dirigía a sus seguidores, causando caos y confusión. La multitud, que había esperado pacientemente bajo el sol, pronto se encontró en medio de un intento de asesinato que dejó a todos atónitos.
El evento, que tenía lugar en un extenso terreno de feria, estaba destinado a ser una demostración de apoyo masivo a Trump, quien aceptaría la nominación republicana en solo cinco días. Miles de seguidores, algunos habiendo esperado en filas interminables de autos para pasar por estrictas medidas de seguridad, asistieron al mitin con la esperanza de escuchar al ex presidente.
Apenas unos minutos después de que Trump comenzara su discurso, los primeros disparos rompieron el aire. Trump, visiblemente desconcertado, se llevó una mano a la oreja y luego se agachó mientras los agentes del Servicio Secreto lo rodeaban rápidamente. La multitud, inicialmente incrédula, estalló en gritos y confusión.
“¡Bájense, bájense, bájense!”, gritaron los agentes del Servicio Secreto mientras escoltaban a Trump fuera del escenario. La seguridad se incrementó rápidamente con oficiales vestidos de traje y agentes armados que tomaron posiciones. El pánico se extendió entre los asistentes, muchos de los cuales intentaron protegerse o buscar refugio.

Los disparos continuaron, con una segunda ráfaga que incrementó el pánico. Las personas en las gradas y en el campo abierto se agacharon o intentaron huir, creando una escena caótica. Los gritos de la multitud fueron acompañados por órdenes urgentes de los oficiales de seguridad que trataban de controlar la situación.
En medio del caos, Trump, aunque herido, trató de mantener la compostura. “Espera”, dijo, levantando un puño para calmar a la multitud antes de ser escoltado fuera del escenario. Los agentes lo llevaron a su vehículo blindado, mientras las autoridades comenzaron a evacuar el área y a tratar a los heridos.
La evacuación fue ordenada pero cargada de tensión. Los asistentes, algunos de ellos visiblemente en estado de shock, comenzaron a salir del recinto mientras los oficiales de seguridad declaraban la zona como una escena del crimen activa. A medida que avanzaban hacia sus vehículos, la conmoción y la ira se mezclaban entre la multitud, algunos de los cuales culpaban a los medios de comunicación por incitar a la violencia.
Los seguidores de Trump, desconcertados y enfadados, dirigieron su ira hacia las cámaras y periodistas presentes. “No están a salvo. Es su culpa”, gritaban algunos, mientras otros buscaban ofrecer testimonios a las cámaras, aunque sus relatos eran confusos y a veces contradictorios.
Mientras la multitud se dispersaba, el campo quedó lleno de escombros, botellas de agua vacías y otros restos del evento interrumpido. La enorme bandera estadounidense ondeando sobre las gradas vacías fue un recordatorio silencioso de lo que había sucedido. La atmósfera de miedo y la incertidumbre que se vivió en Butler dejarán una marca imborrable en todos los que estuvieron presentes.
